Regreso al escenario del crimen

La posada continuaba sin mucha gente. Los pasillos vacíos hacían de aquel lugar una estancia que ahora me daba escalofríos.
Todo el grupo parecía algo inquieto de estar allí, no era para menos, quien nos había querido matar podría permanecer allí, quizás incluso estaba en ese largo pasillo. Yo ya no me fiaba ni de mi propia sombra. A pesar de que los demás parecían intranquilos, lo mío era ya algo exagerado, aquel onigiri me había cambiado por completo, antes no temía a casai nada y ahora un leve soplo de viento conseguía acongojarme.
A medida que pasaban los segundo las personas se fueron esparciendo por la estancia, sin embargo permanecían alerta mirando cada rincón, y yo, creo que miraba hasta las arrugas de mi ropa por pura desesperación, estaba medio trastornada con aquella posada. Me sentía agobiada porque miraba a todas partes sin embargo no encontraba nada excepto las paredes moverse de forma aleatoria hasta que, a pocos metros de nosotros, un chico de gran estatura y bastante apuesto, se colocó con una niña de aspecto adorable. No me daban miedo pero, me resultaban realmente llamativos; sin duda la belleza de ambos les hacía destacar pero había algo en ellos que me parecía de lo más misterioso, como si ocultaran algo.

Con pasos lentos, andabamos por el largo pasillo.
Acababamos de llegar a esta posada. Pague en efectivo: no queria dejar rastro. Tsuki andaba mas acelerada que yo, pero se mantenia a mi lado en todo momento. Parecia contenta, aunque sabia que ahora mismo deberia estar dolida.
Llevabamos todo el dia avanzando. Despues de bajarnos del tren y comer, llevabamos andando durante horas, haciendo paradas de diez minutos cada hora. Por suerte nos habiamos topado con la dichosa posada, en la cual acabamos entrando por sugerencia de Tsuki.
Derrepente, Tsuki se paro en seco, mirando a una chica peliroja. Sabia por que se habia parado. Nunca entenderia como podia no volverse loca escuchando sin cesar los pensamientos de la gente.
Sin previo aviso, Tsuki empezo a correr en direccion a la chica. Entre en estado de alerta: no podia fiarme de ninguno de los presentes. Empece a correr detras de ella, pero ella pudo ver mis intenciones y me evadio sin problemas. Atraparla sin poderes era muy complicado, yno queria que nadie supiera que podiamos usar dichos.
Asi llamamos por desgracia la atencion de los presentes, hasta que Tsuki llego hasta la chica. Se puso de cucliyas y empezo a acariciarla la cabeza de forma amistosa.
-Tranquila. No debes tener miedo. Si quieres...-Dije con una sonrisa.
Me dio tiempo a cogerla del brazo y apartarla. Los pensamientos que tenia le pasarian por la cabeza, por lo que no podia decir que no escuchaba mi bronca mental.
-Borde- Dijo Tsuki.

Al ver a la niña correr hacia Kyoko me puse en alerta. Sí, era una niña de aspecto inocente e inofensivo pero en aquel momento no me fiaba ni de mi propia sombra... Y el chico que corria tras la pequeña si que parecía amenazador.
No me gustó la confianza con que se acercaban a Kyoko, así que yo también me aproximé muy discretamente, dispuesta a sacar las armas ante la más mínima señal de amenaza. Le hice un gesto a Shinichi para que viniese conmigo, ya puestos a mostrarnos precavidos, no vendría mal contar con refuerzos.

A pesar de que intentase no darle importancia, el ataque del oniguiri me había asustado más de lo que esperaba y volver a estar en la posada me ponía un poco nerviosa. Hasta que no encontrásemos al culpable y pudiese darle su merecido, no me quedaría tranquila.

-Hola -saludé, interviniendo en la extraña situación que se desarrollaba ante mí-. ¿Sois huéspedes de la posada? No os había visto antes por aquí.

Tsuki miro preocupada a la otra chica. Fuera lo que fuera, no iba a permitir que se comiera la cabeza por una pandilla de idiotas. La cogi de la mano, pero entonces la chica hablo. Me gire y la lance una mirada fulminante.
-Ni yo ha vosotros. No tengo por que contaros mi vida- La dije fria mente y sin arrepentirme de esa actitud.
Sin embargo, Tsuki se solto y sonrio a las chicas.
-Es que acabamos de llegar y estabamos cansados- Dijo como si una niña pequeña fuera.
Cogio de la mano a la chica y le dedico una tierna sonrisa... de las que me ponian de los nervios. Pero si ella confiaba en esas chicas debia llevar razon.
-Mi nombre es Tsuki Minamimoto. Y este es mi Nii-Nii, Yoru.
La pobre bostezo. Normal. Despues de andar tanto. Asi, la cogi de la mano con la escusa perfecta.
-Vamos a la cama. Debes descansar.
-No cuela, Nii-Nii- Me susurro al oido.
Se volvio a girar a las chicas de nuevo con una sonrisa.
-¿Y vosotras quienes sois?- Dijo dedicando otra sonrisa tierna.

El chico parecía mudo ya que solamente la pequeña Tsuki hablaba abiertamente, Yoru solo hablaba de manera amenazante, me recordaba mucho a alguien igual de reservado, Shinichi.
Recobré la compostura tras el susto que me había metido la niña, por un momento pensé que venía a atacarme, pero solo eran tonterías, ¿que me iba a hacer una niña?

-Yo soy Kyoko y ella es Natsuki-me aclaré un poco la voz-. Siento que nos mostremos tan a la defensiva pero nunca te puedes fiar de nadie- dije mientras esbozaba una tímida sonrisa.

No podía contra lo que nos había pasado a unos desconocidos, podía ser una inconsciente pero hasta yo tenía mi limite. No sabía si esa breve contestación les habría dejado satisfechos, pero lo dudaba profundamente.

Había hecho caso omiso de la insinuación que me había lanzado la morena y había permanecido en la entrada de la posada, regocijándome por haber conseguido volver a guiarles hasta allí como si fueran corderitos. Ella y la pelirroja apenas habían avanzado sólo unos cuantos pasos más, porque al parecer alguien había detenido su avance. Una niña pequeña y un chico de gesto hosco y desconfiado habían sido la causa de su parada. No captaron especialmente mi atención... no, al menos, hasta que el hombre se giró y parte de su brazo y de su hombro quedaron al alcance de mi visión.
No pude creerlo. En ese momento me quedé totalmente paralizado.

La mente de Shinichi comenzó a despertar, fruto de mi pérdida momentánea de control. Antes de que volviese a ocupar su cuerpo debería salir de allí y dejar nuevas instrucciones para él. Aquel hombre se acababa de convertir en mi prioridad... nuestra prioridad. Había que acabar con él fuera como fuera y lo antes posible. Poco a poco, susurrando nuevas instrucciones, me retiré del cuerpo de Shinichi.

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La cabeza me dolía horrores. Me sentía mareado y débil, y lo peor de todo era que mis extremidades parecían estar hechas de algo parecido a la gelatina. ¿Me había desmayado...? No lo veía muy posible teniendo en cuenta que me encontraba de pie a las puertas de la posada, pero tampoco se me ocurrían otras muchas ideas que explicasen aquello. Natsuki y Kyoko estaban unos cuantos metros más allá, en el comienzo de los pasillos, y hablaban con una niña pequeña. Una niña.... pequeña. De manera inconsciente, dejándome llevar por el mismo instinto que guiaba mis manos en combate, salvé el escalón de la posada y alcancé a las dos chicas en un pestañeo.

-¿Hikari? -Las palabras escaparon de mi boca antes de que pudiera identificar los rasgos de aquella pequeña.

Natsuki y Kyoko, alertadas por mi súbita aparición y por mi poco meditada acción, me lanzaron un par de miradas disuasorias. Aquella niña no era la niña que estábamos buscando. Acababa de darme cuenta de ello. Sin embargo, en quien no había reparado aún era en su acompañante. El chico era un joven tan alto como yo, de pelo azabache y mirada hostil. Por sus brazos asomaban las líneas de lo que parecía ser un elaborado tatuaje y su sóla presencia intimidaba. Si yo hubiera sido una dulce colegiala, estoy seguro de que me habría intimidado.
Flexionando los dedos de la mano derecha para quitarme la sensación de agarrotamiento muscular en el brazo, le recorrí de arriba a abajo una vez más. No había ni rastro de algún arma a la vista.

Huh. Que interesante. Pensé esbozando una sonrisa desafiante.

Ni Tsuki ni yo nos inmutamos con la aparicion del chico. No me transmitia mucha tranquilidad, pero habia sido adistrado para no perder la calma: si hacia algo raro, estaria preparado.
Pero recorde sus palabras... ¿conocia a Hikari?
Tsuki se acerco al chico y se puso de puntillas para mirarlo cara a cara, confusa.
-¿Hikari? ¿La misma Hikari que busca Y...?- Dijo antes de que la interrumpiera.
Antes de que pudiera decir nada mas, la cogi del brazo y tire de ella.
-Tsuki. No es asunto ni suyo ni nuestro. Vamos a la cama...
-Pero...- dijo con un puchero.
-A-ho-ra
Empece a arrastrarla con furia, pero sin hacerla daño. Percibi que el ambiente se congelo. El sonido de su sonrisita me alarmo.
-¿Tienes miedo de que te descubrar? ¿ Crees que van a hacernos daño?
Me miro fijamente.
-Los escuche... y solo quieren protegerla... puedes unirte y salvarla tambien... ¿no crees?- Dijo Tsuki.

Lo que dijo la niña no sólo me llamó la atención a mí, sino a las dos chicas que estaban a mi lado. Antes de que ninguno pudiera reaccionar, el chico tiró de la mano de la cría y la alejó de nosotros.

-Eh, tú -Llamé después de unos instantes, echando a andar detrás de ellos-. ¿Qué es lo que has dicho?

Antes de dirigir mi mirada hacia los ojos de la niña, observé que el chico aún la tenía agarrada. Mis manos saltaron hacia su pequeña muñeca y deshicieron el agarre sin movimientos bruscos. Sabía que no era muy recomendable darle la espalda a aquel tío, pero Natsuki y Kyoko estaban prácticamente al lado, así que concentré toda mi atención en la pequeña.

-¿Qué es lo que sabes tú de Hikari? -Pregunté en un tono de voz más calmado.

Percibí el movimiento del chico, que parecía cernirse sobre nosotros como una gran sombra, así que, totalmente alerta, esperé la reacción de ambos.

Tsuki parecia no perder el control: conociendola, sabria que pensaria el chico, por lo que sabria en todo momento lo que pasa. Sonrio al chico.
-¿Yo? No mucho... solo escuche hablar de ella...- Dijo riendose.
Aun asi, Tsuki miro al chico fijamente.
-La echas de menos... ¿verdad?
Empezo a acariciar la mejilla del chico...
Aparte a Tsuki del chico con delicadeza. No queria bronca, pero su forma de acercarse no me gustaba.
-Ya lo has oido. No sabe nada. Dejala en paz.
Puse a Tsuki detras de mi espalda. Si iba a atacarme, que me llevara yo antes el golpe.

El contacto de su mano en mi mejilla me transmitió calidez. Su manera de hablar y su forma de actuar se asemejaban mucho a las que tenía Hikari. Aún así, no me quiso decir nada de ella. Quizá no supiera mucho, pero la suave risa que emitió a modo de respuesta me dejó bien claro que quien calla otorga. Si quería información tenía que ofrecer información. Era una de esas viejas reglas que casi había olvidado con el paso de los años. Justo entonces, el joven que iba con ella se interpuso entre nosotros y la escondió tras de sí.

-Puede que ella no sepa nada, pero ¿y tú? -Cuestioné clavando mi mirada en él. Durante un rato ambos nos miramos fijamente, después continué hablando con cierta reticencia-. Me llamo Shinichi.

No le ofrecí mi mano para que la estrechara y el tampoco hizo ningún ademán. Fue una presentación silenciosa. Sin embargo, no pude esperar mucho tiempo. Tenía algo que preguntar, algo que me quemaba. Hacía bastante tiempo que nadie había despertado mi curiosidad de esa forma.

-¿Quién demonios eres tú?

Tsuki intento volver ha acercarse al chico, pero la frene con un brazo. Le mire fijamente, de arriba abajo. No me fiaba de el.

-No tengo por que decirte quien soy.

Me intente dar la vuelta para llevar a Tsuki a la habitacion. Pero entonces me percate de que esta habia desaparecido... o por lo menos de mi rango de vision.

Cuando me gire, pude ver como Tsuki se encontraba delante de la chica pelirroja. Rebusco en sus bolsillos y saco un poco de chocolate, ofreciendoselo con una sonrisa.

-¿Pocholate?- Dijo riendose.

La niña, con total confianza, volvió a acercarse a mí, esta vez e incluso empezó a rebuscar en sus bolsillos. Con una gran incógnita sobre mi cabeza, comencé a preguntarme que haría ahora. Se me pasaba más de una barbaridad por la mente, algunas me sorprendieron hasta a mi misma, pero todos mis malos pensamientos se esfumaron cuando la chica sacó de sus bolsillos un poco de chocolate. Mientras me lo ofrecía sonriente dijo una palabra realmente graciosa. Dijo "pocholate" en vez de chocolate, dicha palabra me traía muchos recuerdos de mi infancia y no pude evitar sonreír. La niña era adorable sin ninguna duda. Cogí un poco y lo saboreé lentamente; nadie lo sabía pero el chocolate me perdía.

-Muchas gracias - dije sin apartar la sonrisa- estaba muy bueno, lástima que yo no tenga nada que ofrecerte.

Aquella niña consiguió que durante un pequeño instante me olvidara de todo lo ocurrido y recordara mi largas tardes a escondidas con una tableta de chocolate entre las manos. Sin embargo, cuando el sabor se vaporó finalmente de mi boca, aquel feliz recuerdo se borró al instante.

La respuesta que le había dado el chico a Shinichi era predecible, pero seguramente el no se daría por satisfecho, Shinichi no era de esos, no se daba por vencido tan facilmente, era demasiado terco como para no intentarlo varias veces más, creo que hasta me atrevería a asegurar que lo era incluso más que yo.

Observé, un poco hasta las narices, el intercambio y jugueteo de la niña con Kyoko. ¿Qué pensaba que estaba haciendo? El tema de Hikari era importante, yo no me estaba tomando a broma todo este asunto. El tío que acompañaba a la niña era aún peor que ella, pero estaba claro que alguno de ellos disponía de información que yo necesitaba. Y la iba a conseguir, fuera como fuera.

En un arranque de inspiración me acerqué con lentitud hacia donde Kyoko le daba palmaditas en la cabeza a la niña. Aprovechando la distracción, la cogí por la parte de atrás del cuello del vestido y la levanté del suelo. Momentos después desaparecí por la puerta que daba al salón comunitario de la posada, que a esas horas seguramente estaría vacío.

[Continúa en la Sala Común "La impulsividad de Shinichi"]