Negocios sucios.

Apareci en una esquina de la habitacion con el cuerpo entre mis manos. Habia tardado un poco ya que no queria llevarla desnuda ante ese idiota, asi que cogi su ropa y la cambie en otra habitacion. Me acerque lentamente en la cama y deposite su cuerpo en el con cuidado. Despues me di la vuelta hacia el sillon, donde Tsuki se reia, sin saber yo la causa hasta mirar al purpurino: Tsuki le habia pintado la cara con un rotulador permanente. Me hubiera gustado reirme, pero no podia joder ahora la situacion.

Entonces Tsuki miro el cuerpo de la chica. Intente ocultarlo, pero fue demasiado tarde: su mirada me atraveso el alma.

Tuve que apartar la vista de ella y mirar al purpurino.

-¿Contento? Llevame ya hasta Hikari...- Le dije enfadado.

La pequeña cria del Guardián se había entretenido jugando con mi cuerpo y me había marcado la cara con pintura roja. Saqué mi pañuelo blanco y aunque me fastidió tener que mancharlo me quité aquellas fachas y me levanté para observar el presente del Guardián. El cuerpo de Shinichi estaba sentado en el suelo, apoyado contra el brazo del sofá, totalmente ausente, esperando órdenes.

Sobre la cama yacía aquella morena que tanto detestaba. Me acerqué un poco más y... Oh.
En aquellos momentos sólo sentía una vaga sensación de sorpresa. El Guardián había superado mi prueba con creces, había asesinado por mí. Había asesinado al enemigo hacia el que más odio sentía. Podría haber elegido a cualquiera, pero la había elegido a ella. A su novia. A la única piedra en el camino que había entre nosotros. Ahora sí era mío. Mío con todas sus consecuencias...

Y una de ellas era que me embargaba la tristeza. No por la chica, sino por él, por mi joven Shinichi. Lo que mi pequeña espada sufriría cuando se enterase no tenía nombre. Agonizaría de dolor por esa conexión apagada. Su mente se desangraría lentamente e imperceptible, atrapada en su cuerpo que ya no era suyo. No podría permitir que se enterase. No podría dejar que viera su cadáver.
Pero mi pequeña espada se merecía...

Shinichi se movió con pasos lentos, casi arrastrando los pies. La tela de sus pantalones barría el suelo y sus manos colgaban inertes a ambos costados. Avanzó con lentitud hasta la cama, alzó la cabeza y observó con sus ojos vacíos el cadáver. Después se tumbó a su lado, tocó el cuerpo con manos temblorosas, lo rodeó con sus brazos. Su pelo se extendió por la colcha blanca, se movió con él. Aquella mirada azul apagada. Permanecieron así un rato.
Tiempo después Shinichi rompió el contacto, rodó para evitar el roce y dejó que sus articulaciones descansaran en la postura en que habían quedado. Sus ojos de marioneta, muertos, rotos por su último uso, se cerraron lentamente. Para no ver. Para no sentir. Para no creer.

Y ese fue mi tributo para Shinichi. Permaneció allí, tumbado sobre la cama, mientras le decía al Guardián que les llevaría hasta el lugar en el que estaba Hikari.

Yoru se había llevado ya el cuerpo de Natsu, pero como sabíamos que era mejor no perder de vista a ese traidor, le seguimos tan de cerca como pudimos, teniendo en cuenta que en cualquier momento podría darnos caza.
Yoru se metió dentro de una habitación. No mucho más tarde Shinichi, o Chyril, o quien diablos fuera, entró también en la habitación.
Con pasos sigilosos nos acercamos hasta la puerta. Chyril parecía realmente sorprendido de que Yoru hubiera matado a Natsuki, pero le había encantado el resultado.

-Maldito cabronazo, nos las vas a pagar y con intereses-susurré.

El ver a ese hombre me producía una rabia enorme. No iba a conseguir quedarse con el cuerpo de Natsuki, y
tampoco se quedaría con Shinichi, lo único que se llevaría sería nuestro golpe de gracia. Aún no estabamos vencidos.

-Chicos, se que el grupo ha disminuido considerablemente, teniendo en cuenta de que Natsu y, por mucho que me pese, Shinichi, están fuera de servicio. Pero ya sabeis que en las historias siempre suelen ser los más débiles los que les salvan el culo a los poderosos. Pues nosotros no vamos a ser menos. Tenemos que esbozar un plan para llegar hasta Natsu y neutralizar a Shinichi y a Chyril. Yoru si es listo, no querrá poner en peligro a Tsuki. Así que... ¿alguien tiene un plan?

-No. - dice en seco - creo que seria obvio, sacar a shinichi aunque sea por los cabellos y a natsu de ahi y seguir con lo planeado- dije medio molesta

-Vaya plan...

-Necesitamos cubrir al rarito ese y a yoru - me gire a kyoko - necesito me ayudes con alguno - la vi

-Eso estaria bien mientras nos llevamos a shinichi controlado o no - llegamos a la puerta y la patea abriendola de golpe - vaya cobarde mandandonos lejos - dije furiosa cuando mis ojos comenzaron a buscar a esos dos que estaban cerca de la cama

Vaya, ahora los Miyasaki entraban en conflicto, no ganaba para sustos. La barbaridad de llevarnoslos a la fuerza y a la vista de todos me había dejado con la boca abierta, esperaba que no lo dijera en serio. Pero ahora lo importante era cooperar.

- Bien, veamos... como no vais a decir nada lógico os diré lo que haremos. Sora e Ikuto, distraereis al imbecil de Chyril, atraedle a vosotros lo más que podais Shinichi ahora no es peligroso, es un zombie. Karcyn, tú encargate de Yoru, y si ves que intenta hacer algo raro, le pegas un calambrazo. Kotaro, tú y yo iremos a por Natsuki. Si todo sale como espero, saldremos de aquí con los cuerpos de ambos.

Esperaba que les hubiera quedado claro a todos, no era muy complicado entenderlo, y aunque tuvieran alguna duda, no había tiempo. No quise escuchar si pondrían alguna pega o no. Se haría eso, sí o sí. Era algo arriesgado, pero teníamos que recuperarles.

-Bien.. -dije mientras note que karcyn se se tambaleaba - karcyn?

-Deberia esperar aqui, no seria conveniente entrara asi...

- Si... - vi a kyoko - no esta en condiciones de seguir, que opinas tu


No sabia si seriamos suficientes para poder detener a Cyhril pero no quedaba otra opcion

Definitivamente alguna fuerza extraña estaba haciendo todo lo posible para que nada, absolutamente nada, saliera bien. Ahora Karcyn se tambaleaba, no estaba en condiciones de luchar y debíamos dejarla fuera. Cada vez eramos menos y esto se estaba poniendo muy feo.
Sora e Ikuto emepzaron con Chyril en la puerta de la habitación, tenía cara de pocos amigos y eso era estupendo, a la mínima se olvidaría de estar pendiente de Natsuki. Chyril estaba acorralando a mis dos compañeros, esto tenía que salir a la primera.
En cuanto Chyril dejó de fijarse en Natsuki un intante, cual felinos, Kotaro y yo nos metimos en la habitación. Lo primero que hice fue amenazar a Yoru pasando mi dedo índice por mi cuello y señalando Tsuki. más le valía no hablar pues ya había demostrado que yo no me andaba con tonterías. Parecía que no iba a moverse, pero por si las apariencias engañaban, tumbado en el suelo debajo de la cama, Kotaro vigilaba al traidor.
Todo estaba saliendo de maravilla, pero debía darme prisa en sacar a Natsuki de allí. Cogí sus armas con rápidez y las dejé a su lado. Inmediatamente saqué aquello que me habían dado del bolsillo de mi camisa. Una brobeta tapada. La destapé cpn los dientes, e incorporando la cabeza de Natsu con suavidad, hice que lo tragara.

Durante unos segundos, todo mi cuerpo ardió como si me estuviesen dando de beber ácido. Intenté resistirme a tragar aquel líquido que me obligaban a beber, pero las manos que me sostenían eran fuertes.
Como recién salida de un sueño muy profundo, desperté en brazos de Kyoko. De pronto lo recordé todo. Cyrhil, Yoru, el falso suicidio, Shinichi.
El chico estaba tumbado a mi lado, catatónico, a la espera de una nueva orden.

-Ayudame a levantarlo -pedí a Kyoko, pasándome uno de sus brazos por los hombros-. Hay que sacarlo de aqui antes de que el victoriano pueda intervenir.

Entre las dos conseguimos incorporarle y arrastrarle hasta la puerta, mientras Miyasaki e Ikuto seguían haciendo frente a Cyrhil.
Dejé que Kyoko continuase sola y me lancé sobre la batalla. En el momento en que caí sobre él, el victoriano dejó ver el desconcierto en su rostro. Miró a la cama, quizás esperando ver mi cadaver todavía allí, quizás buscando a Shinichi. Fue solo un instante, pero un instante que aproveché para lanzarle un nuevo golpe al rostro. Dos marcas en un día, seguro que estaba batiendo un récord.
Los otros dos se retiraron para cubrir a Kyoko. Teníamos que sacar a Shinichi de allí y liberarle fuese como fuese.

-¡Compañero! -grité a Yoru, sin dejar de prestar atención al victoriano.

Si quería vencer a aquel maldito monstruo iba a necesitar ayuda. Solo esperaba que el chico no fuese el traidor que parecía y aquella palabra significase algo para él.

Mire la escena sin hacer nada. Tsuki me miro fijamente. En ocasiones una mirada dice mas que las palabras.

Cyrhil empezo a darme ordenes. Pero lentamente empece a girarme, poniendo mis ojos en el.

-Nadie me da ordenes- Le dije de forma fria-. No eres el unico que sabe manipular a la gente, ¿sabes?

Parecia sorprendido. Esto se acabaria pronto. Pero si queria ganar tenia que hacer algo horrible. Lo siento, Tsuki: debere romper de nuevo mi promesa...
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Kyoko y los dos chicos seguian llevando el cuerpo del pobre Shinichi. Kyoko, entre los sentimientos de odio, intentaba disimular su dolor. Pero yo tenia lo que necesitaba...

-Se como acabar con Cyrhil...- Dije, apareciendo delante de ellos.

Intente no mostrar ningun sentimiento, al igual que Yoru, aunque a mi no se me daba del todo bien. Para intentar romper el hielo, les dedique una sonrisa. Sabia que esa chica no me haria daño: me caia bien.

-Yoru no es un mal chico. Si ha hecho todo esto es para ayudar- dije apartando la mirada, pensando en el-. Solo quiere protegerme. El no quiere mas muertes innecesarias. Si nos unimos todos, podemos acabar con Cyrhil. Yoru no tiene planes de permanecer a su lado.

Me acerque lentamente a ella y puse mis labios en su oido.

-Este es el plan...- dije en susurros...

Los pensamientos de Yoru llegaron a mi. Sabia que pasaria. Y con este plan, no podria controlarle. Yoru, confio en que no caeran en la tentacion...

La niña me sorprendió apareciendo tan repentinamente. Sin duda debía apreciar mucho a Yoru para defenderle de esa manera, aun sí yo no acababa de fiarme.
Sin haberselo pedido a Tsuki me contó la manera de vencer a Chyril, y, nada más escucharlo, varios carteles con la frase "es un milagro" aparecieron por mi mente.
Inmediatamente le mostré una amplia sonrisa, y junto a los Miyazaki pusimos a Shinichi junto a Karcyn..

Ikuto, Sora, Kotaro venid conmigo, ahora. Debemos hablar con los demás enseguida. Karcyn cuidará de Shinichi, así que no hay problema. Tsuki, vamos, tú también.

Rápidamente fuimos de nuevo junto a Natsu y Yoru. Natsuki pegaba ferozmente a aquel hombre sin ningún tipo de reparo. debíamos detenerla, escondernos y que Tsuki les contara a todos la maera de vencer a Chyril.

La expresión seria y confiada de mi rostro titubeó, como la luz de una lámpara rota, cuando el Guardián se negó a obedecer mis órdenes. Me había traicionado.

-Maldito seas... -Maldije con rabia entre dientes, esquivando el ataque de la mujer que hacía tan solo unos segundos creía muerta. La mordedura de su arma escoció en mi mejilla.

Se apartó siguiendo la trayectoria de su salto, por lo que no me preocupé más por ella. Mis ojos buscaron frenéticamente a Shinichi. Repasé la habitación sin parpadear, sintiendo en la boca del estómago el principio de una naúsea y en las sienes el del sudor frío. La boca me sabía amarga y notaba una cada vez mayor presión dentro de la caja torácica. Me sentí así durante lo que me pareció una eternidad... Hasta que lo encontré. Lo sujetaba una chica que parecía estar al borde del desmayo.
Algo dentro de mí se inflamo. Iba a recuperar a Shinichi. E iba a recuperarlo en ese mismo instante.

Flotando en el vacío, mi verdadero ser se mantenía entre el filo de mi alma y la realidad. Con los ojos cerrados note su respiración agitada a mi espalda.
-Aun sin tener a la niña quieres mi ayuda, ¿no es verdad, joven amo?- Dijo él a mis espaldas.
-Sabes a lo que vengo. Se a que me arriesgo… y sé que después de esta podría no volver a mi ser- Dije sin alterarme.
-Me gustas, chico. Tienes agallas para plantarte ante mí y arriesgar tu vida por mis servicios. Ahora… solo pídemelo- Dijo el otro ente.
-Poder. Dame mas… poder- Dije con tono firme y autoritario.
Pude escuchar como sonreía con malicia a mi espalda. Sin Tsuki que lo mantuviera mínimamente a raya, posiblemente podría controlar mi cuerpo y mente hasta el límite de no recuperar mi ser. Lo siento, Tsuki. Solo lo hago para protegerte.
-Como desees.
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Cyrhil parecía furioso conmigo. Al localizar a Shinichi, intento avanzar hasta Karcyn, pero algo detuvo en seco. Una cadena de diamantes aferrada a la pata de la cama estaba atada a su pierna. Antes de que intentara liberarse, sonreí con malicia mientras mis ojos rojo sangre empezaban brillar con fuerza.
- Esto se acabo, Cyrhil- Dije de forma sádica.
Acto seguido, mi puño se rodeo de una capa de diamante, el cual fue directo a su mejilla. Mientras recibía el golpe, la cadena se disipo. Cyrhil cayó al suelo mientras la capa también desaparecía. Sonreí. La liberación de la locura era un pequeño pago para tener poder. Aun así, ahora me gustaba. Liberaba mi ira. Mi furia. Mi oscuridad.
¿O el gusto que creía sentir no era mío, sino el de “él”?