Un lugar seguro

La prueba que hizo Yoru de su poder sirvió para terminar de convencerme; teníamos que salir de allí. Había empujado a los demás hacia la puerta y a lo largo del pasillo.
Mandé a Karcyn y Miyasaki, escoltadas por los hermanos de esta, al vestíbulo, hacia el exterior, deseando ponerlas a salvo antes de que alguna de las dos se desmayase. No parecían capaces de tenerse en pie, pero sabía que eran fuertes; lo conseguirían.

Escaleras abajo, terminamos llegando a un extraño pasillo de mármol, que, una vez más, no encajaba con lo que yo sabía del maldito victoriano.
Parecía medianamente seguro, o al menos más que la habitación en la que se había desencadenado una maldita batalla campal. Ahora todo dependía de nosotros, o más bien de Kyoko y Tsuki y mi capacidad para defenderlas. Teníamos que recuperar a Shinichi y no se me ocurría mejor momento que ese, con el victoriano grogui o demasiado ocupado en salvar el pellejo como para reclamar a mi chico para sí.

-Shinichi está en vuestras manos, haced lo que tengáis que hacer -dije-. Yo me ocuparé de que nadie llegue hasta vosotras.

Interesante. Finalmente había sido Yoru quien nos daba la oportunidad de conseguir a Shinichi. Menudo golpe le dio a Chyril, no me extrañaba que le hubiera dejado noqueado.
Apresuradamente Natsu nos dijo a Tsuki y a mi que fueramos con Shinichi. Agarré la mano de la niña y tiré de lla hasta que llegamos frente al cuerpo de mi amigo. Su aspecto era espantoso, ya no había nada del Shinichi que yo conocía, ahora se le veía frágil. Increible pero cierto, le tenía lástima.
Solté la mano de Tsuki y me concentré todo lo que pude para meterme en la cabeza de Shinichi. Aquello era como un campo de minas y debía mirar bién por donde andaba. Me costaba mantener la concentración al pensar lo que había fuera, a pesar de que Natsu estaba ahí para protegernos siempre había una posibilidad de que la vencieran.
Anduve desorientada durante varios minutos, carecía ya de esperanza cuando vi la luz. Un cuerpo malherido, con pómulos hundidos, hojeras hasta la boca y pelo enredado se tendía a pocos metros. Efectivamente, era Shinichi. Afortunadamente ese aspecto no lo tenía en el exterior, sino se hubiera muerto pero del susto. Con lo especialito que era el señor con su pelo...
Tsuki llegó a los pocos segundos y dándole un par de golpes al cuerpo de Shinichi, este reaccionó. Genial, estaba donde le queríamos. Ni vivo, ni muerto sino todo lo contrario.
Ahora era el momento de salir de ahí, teniendo cuidado de no tocar nada indevido.

El cuerpo de Shinichi estaba muy dañado, pero aun así estaba vivo. Me arrodille y le toque la frente. No escuchaba sus pensamientos. Aun no estaba en su ser. Le cogí la mano a Kyoko y la mire.
-Debemos meternos en su mente y romper el control de Cyrhil. Solo así podremos salvar a Shinichi.
Volví a mirar a Shinichi, cerrando los ojos para concentrarme. Aun así, la misma imagen me pasaba por la mente todo el rato…
Los ojos rojos brillando. Sonriendo con malicia. Sin mí, Yoru estaba completamente perdido en su ser. Pero ese no era Yoru. No podía serlo…
Esos pensamientos me desconcentraban de mi trabajo, por lo que agite la cabeza para alejarlos de mi. Yoru estaría bien. Si me daba prisa, todo saldría bien.
-¿Es-estas lista?- Dije, un tanto nerviosa.

La pequeña Tsuki estaba nerviosa, y para que engañarnos, yo también. En realidad yo llevaba nerviosa desde el mismo instante que había entrado allí
Tenía claro lo que teníamos que hacer, pero no como. Tanta precisión y tanto nervio acumulado no eran buenos compañeros.
Intenté relajarme aún más pero ver el cuerpo de Shinichi en esas condiciones era desolador.
Teníamos que dejar consciente a Yoru en el exterior pero sin llegar a despertarle. Eso era más fácil decirlo fuera que dentro. Aquello estaba todo lleno de peligros, y al menor descuido... adiós Shinichi, adiós Kyoko... adiós todos.
Me agaché para mirar de cerca a Shinichi. Necesitaba controlarle sutilmente unos instantes. Un periodo de tiempo lo suficientemente corto como para que Chyril no se diera cuenta y Shinichi no se sobresaltara y acabara despierto.
Intenté meterme en la autentica mente de Shinichi, en aquel cuerpo que ahora estaba frente a mí. Si conseguía que se moviera, Shinichi se movería en el exterior. Este hombre parecía una muñeca matrioska.
No tardé mucho en encontrar el lugar exacto donde su mente era vulnerable. Omitiendo los ruidos de fuera, y de mi alrededor, entré en contacto con él. Le ordené moverse pero no despertarse. Salí de él inmediatamente, no era bueno quedarse en ese sitio demasiado.
El cuerpo de Shinichi comenzó a reaccionar de nuevo.

-Shinichi, por lo que más quieras, no despiertes- susurré atemorizada mientras agarraba a Tsuki con fuerza.

Vi como Kyoko intentaba ayudar a su amigo, pero no sabía qué miedo era el que le impedía seguir. Había avanzado lo suficiente, así que era mi momento de actuar.
Cogí la cabeza de Shinichi con mis manos y lo mire fijamente. Lentamente, todo me empezó a dar vueltas. Estaba haciendo efecto… ¿pero a qué precio?
Lo último que sentí fue mi cuerpo cayendo al suelo, rendido ¿Por esto no había seguido Kyoko? Aun así, era mi única oportunidad. Si no lograba salir de ahí, estaba perdida.
Era una pequeña habitación con poca visibilidad, por lo que pude ver a duras penas un cristal. Al otro lado, se encontraba el Shinichi, o la representación de su subconsciente. No sabía porque, pero corrí desesperada hacia el cristal, golpeándole con fuerza.
-¡Shinichi!- Grite, aunque no sabía si me escuchaba.
No sabía la razón, pero quería sacarle ahora mismo de ahí. Fuera como fuera.

El sonido taladró y traspasó la barrera, como siempre. Cyhril.
Siempre me repetía su nombre, nunca lo recordaba. No conocía... nada más que la barrera. O quizá sí, pero daba igual... No lo recordaba.

Espere el mensaje. Siempre había mensaje. Lo escuchaba, lo entendía. Lo olvidaba. Pero eran unos segundos de dicha. A veces... sentía... como si me faltase algo. Pero... esto era todo. La barrera. Yo.
La barrera...

Entonces oí. El sonido había cambiado. El sonido... volvió a hacerme recordar. Quise abrir los ojos.

-Hikari.

Y entonces, justo en ese instante, el sonido de mi propia voz pulsó con fuerza en todo mi ser.

Me arrodille en delante de la barrera de cristal. El nombre que habia dicho Shinichi me produjo una sensacion de nostalgia, pero… ¿por que?
Lentamente acerce mi mano al cristal, intentando alcanzarlo…
Pero una fuerza me empezaba absorver. Intente mantenerme cerca, pero cuando me di cuenta, estab atra vez en mi cuerpo, tirado en el suelo.
Me levante de un sobresalto y mire a Shinichi. No sabia por que, pero el acaricie la mejilla, hasta que algo de el me asusto…

Estaba concentrada en vigilar ambos extremos del pasillo, atenta a cualquier movimiento. Cuando el movimiento de las chicas me alertó. Kyoko y Tsuki volvieron en sí una tras otra, sin embargo, Shinichi seguía inmóvil, como un muñeco roto.

Me acerqué a ellos sabiendo cuál sería la respuesta de mis amigas. Nada, no habían podido hacer nada. Y entonces, como si algún hilo invisible tirase de él, el cuerpo de Shinichi se incorporó. Su cuerpo, no él.
Sus ojos seguían vacíos, carentes de conciencia; su figura se tambaleaba mientras luchaba por incorporarse y, dejándonos completamente atónitas, echaba a andar. Dando tumbos, avanzó por el subterráneo, hundiéndose en las entrañas del castillo llamado por algún oscuro titiritero.

Desconcertadas, le vimos marchar, y casi se había perdido en la oscuridad cuando empezamos a reaccionar. Me incorporé de un salto y eché a correr tras las cáscara del que una vez había sido mi amante, decidida a seguirle allá a donde fuese. Si el maldito victoriano no me lo había arrebatado del todo, nadie lo haría. Y llamándo a las otras, para que no se quedasen atrás, sin detener el paso, me perdía tras Shinichi.