La nueva incorporación

Vi salir a Natsuki corriendo tras Shinichi, llamándole una y otra vez.Aún aturdida, sacudí la cabeza y decidí seguirla. En realidad, todos pensamos lo mismo. No era prudente que nos separáramos de ella, si no el grupo sí que quedaría dividido en demasiadas partes. Esperaba que todos los demás estuvieran bien.

Todo lo que había a mi alrededor se inclinaba de un lado a otro; había estado demasiado en la cabeza de Shinichi y ahora todo me daba vueltas. Necesitaba unos minutos para reponerme, pero sí Natsu se alejaba demasiado no podría encontrarla. Esperaba que le recuperáramos pronto, esta aventura tan agitada me dejaba los músculos hechos trizas.
Intentaba seguir a mi amiga de cerca aunque no era sencillo. Entre mi malestar y su velocidad estaba viviendo un infierno.

Tras unos minutos los sintomas de mareo desaparecieron, volvía a ver cada cosa en su sitio. Vislumbraba a nuestro alrededor un explendoroso jardín, sorprendentemente en perfecto estado. Habíamos llegado a otro lugar extraño, ¿a quién se le ocurre rodear una simple sala con jardín tan magnífico?

-¿Dónde diablos estamos? Estoy ya hasta el... moño de salas extrañas, extravagantes.-mascullé omitiendo las palabras malsonantes que podían pasar por mi cabeza.- Estoy cansada ya de tanto jueguecito. Parece que este tipejo, el tal Cyhril, tenía mucho tiempo libre.

Respiré hondo y dejé reposar las manos sobre mis caderas.

Me volví al escuchar las palabras de Kyoko. Tan concentrada había estado en la persecución, en no perder a Shinichi, que casi había olvidado a mis compañeras. Me volví a tiempo para ver llegar a Tsuki, jadeando, junto a nosotras.

-¿Estáis bien? -pregunté, con una punzada de culpa.

Pero no presté atención a su respuesta, porque un ruido me alertó y me giré de nuevo hacia el hermoso jardín, descubriendo tras un árbol a una chica de cabello castaño que parecía vagar casi tan ausente como Shinichi.
Maldije por lo bajo y saqué las armas, colocándome delante de Tsuki y junto a Kyoko, preparada para proteger a la niña en el caso de que la desconocida fuese compinche del victoriano.
Quizás debería haber saltado sobre ella y haberla inmovilizado directamente, aprovechando el factor sorpresa. Seguramente en otra situación lo habría hecho. Sin embargo, en ese momento alzó la vista y nos miró.
En total tensión, casi esperando ver brotar de sus dedos rayos u otra de esas bolas de energía de las que había hecho gala el victoriano, hablé.

-¡Eh, tú! ¿Quién eres y qué quieres? ¿Trabajas para el victo... Err. ..Cyrhil?

Todo había acabado,estaba en un hermoso jardín,como el Edén,eso solo podía significar que estaba muerta,caminaba con sangre en la ropa y roturas sobre ella.Noté como una chica me miraba así que con mi mirada ausente la miré.Era un ángel,un ángel que había venido a salvarme de las injusticias del mundo,mi ángel guardián.

¡¡¡OHHHH!!!,Es un ángel,un precioso ángel dorado,mi salvador,¿me llevaras con el resto de angeles a una casa en el cielo?Yo no he sido mala,tuve que matar para sobrevivir,verdad que si...si jijiji.

Por fin podía salir de aquella pesadilla y ser feliz para siempre.Gracias,gracias.Me arrodille y empece a alabar y a extender las manos arriba y abajo en señal de culto a aquel extraño ángel dorado.

El corazón del jardín… me llamaba. Quería ir allí cuanto antes. Era como si una parte de mi… estuviera escondida. Esperándome…
Unos pasos lentos sonaron por el pasillo que llevaba a al jardín. Riéndose con malicia, Yoru avanzaba, liberando su oscuridad a su paso. Su lado oculto, floreciendo. Por poder. Solo por poder. Era un precio muy alto a pagar. Pero lo único que le quedaba.
No tarde en percatarme de su presencia. Parecía que el resto del grupo estaba aun observando a la chica. No podía leer sus pensamientos. Parecía como si algo me lo bloqueara ¿Cyrhil?
Sin importar lo demás, me dirigí hacia donde estaba Yoru sin que se dieran cuenta de nuestra presencia. Tenía que actuar rápido. Esto nos iba a doler. Pero solo así podría recuperar a Yoru antes de que “volviera a atacar”.
No tardo en verme dirigirme a él, a lo que rio con malicia. Sabía que las palabras que dijera, no serian las del Yoru que conocía.
-Así que la cría vuelve a interrumpir, ¿no? Siempre intentas detenerme cuando quiero “dialogar” con tu amigo ¿Por qué te molestas tanto? Solo le ofrezco poder. Poder para protegerte. Es comprensible, ¿no crees?- Dijo con tono maléfico.
-Estoy harta de que juegues con Yoru. Si la locura es el precio por el poder… yo asumiré el castigo- Dije, sin vacilar lo mas mínimo.
El solo sonrió. Me acerque sin miedo a su posición y le puse la mano en la cara.
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-Parece que la chica se interpone de nuevo entre nosotros- Dijo la voz.
-Tsuki siempre fue así. Aunque sea pequeña, siempre intenta protegerme…- Dije, mirando al vacio.
-Pero… ¿Es la Tsuki que tu conocías?- Dijo entre risas.
Me gire para mirarle, pero solo encontré el cristal roto, reflejando mi verdadero ser.
-Volveremos a vernos.
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Abrí lentamente los ojos. El dolor de cabeza era intenso. Intente incorporarme, pero note que Tsuki yacía inconsciente en mi regazo. Sonreí. Aunque fuera triste, me había salvado. Después de todo, quizás la pequeña tuviera un poco de caballero protector.
La cogí en brazos mientras me levantaba. Parecía que en el jardín se estaba liando algo raro. La chica nueva parecía ida completamente ¿Estaría loca?
Me acerque de nuevo al grupo, sin quitarle el ojo de encima a la chica nueva. No podía atacar ahora, ya que con Tsuki inconsciente, nadie podría pararme, y no quería que volviera a hacerlo.
Poder… Locura… ¿Eso era la venganza?

Loca. Aquella chica estaba completamente loca.

Yoru llegó y Tsuki se fue con él. No presté más atención a lo que sucedía entre ellos. La niña era un problema menos del que ocuparse y si Yoru estaba aquí, significaba que el victoriano había caído. Punto para nosotros.
Me deshice como pude de la loca que me adoraba, pero dejé a Kyoko cerca por si le daba un ataque y nos atacaba o era algún tipo de treta retorcida para acercarse a nosotros. Oh, sí, eso le pegaría mucho al victoriano.

Fui tras Shinichi, que permanecía inmóvil en mitad del jardín, como si las cuerdas que le habían movido hasta aquí se hubiesen roto. Crucé los dedos porque así fuese, por que su titiritero hubiese caído definitivamente.

-¿Shinichi? -llemé, casi con miedo a que, una vez más, no hubiese respuesta-. ¿Shinichi, me oyes?

Se volvió lentamente, como si le costase moverse. Su rostro estaba teñido por el desconcierto más profundo que jamás había visto. Bueno, me dije, eso era bueno. Al menos no era la expresión vacía de marioneta.

-Natsuki.

Una sola palabra. Había dicho una sola palabra, vacilante, como si le costase volver, pero me había reconocido. Así se pudriese el victoriano por toda la eternidad, Shinichi me había reconocido.
Y sin poder evitarlo, sin querer contenerme, me lancé a sus brazos, maravilada por haber podido recuperarle.

Me invadió una profunda alegría escuchar Shinichi decir ese nombre; la había reconocido y eso era una señal fantástica.
La chica que había confundido a Natsuki con un ángel continuaba mirándola espectante.
Yoru sostenía a Tsuki en sus brazos; la pobre niña esta inconsciente. Pensé que habría sido el esfuerzo tan grande que había hecho, tal y como me había ocurrido a mí.

Todo parecía ir a las mil maravillas, y eso era sospechoso, demasiado en mi opinión. Miré a mi alrededor y no se oía ni un suspiro.

-Chicos, esto no ha acabado ¿recordais? ¿No os parece extraño que todo haya salido bien sin ningún problema?.

En ese instante un hedor a maldad me inundó los pulmones. Fue tal la impresión que tuve que toser un par de veces. Esa sensación me resultaba conocida. Cyhril. Cyhril estaba allí, con nosotros de nuevo. Cielo santo, en menuda mierda estábamos metidos. Lo peor es que ahora algunos estabamos medio agotados, y el soplagaitas regresaba a recibir más de lo que Yoru le había ofrecido.

-No estamos solos. Ya sabía yo que esto era demasiado bonito.

Me coloqué en posición de defensa tal y como había hecho con Shinichi cuando me enfrenté con él. Los demás hicieron exactamente lo mismo. Teníamos que conseguir que el bastardo ese mordiera el polvo. Y ahora sería más fácil, se le notaba resentido del golpe de Yoru.

La sangre se derramaba a chorro sobre el suelo arenoso del jardín de la Dama. La herida de la clavícula seguía abierta de parte a parte, y los fragmentos que se habían desprendido de la estaca de diamante con la que el Guardián me había clavado a la pared arañaban mi carne tierna como cuchillos afilados.
Cómo había sido posible que llegaran tan lejos... cómo había podido dejarles, subestirmarles de tal forma... Era imperdonable. Debía arreglarlo sin que la Dama sufriera la más mínima molestia por mi falta de atención. Esta vez... esta vez no me andaría con contemplaciones.

Arrastré mis piernas hasta el jardín, con una mano taponando la herida abierta y la otra preparada para la pelea, rezumando energía en la palma. Primero localizaría a Shinichi, porque él era mi prioridad, y controlaría de nuevo su cuerpo. Le sacaría de allí para ponerle a salvo... y después... después mataría a todos los demás.

Me quede atónito ante la aparición de Cyrhil ¿Aun vivía?
Estábamos en un punto muy peligroso: Cyrhil estaba cabreado, Shinichi medio zombi, la nueva con la que tampoco podíamos bajar la guardia, y Tsuki estaba inconsciente, lo que me impedía entrar en combate, a no ser que quisiera montar el mismo número de antes.
Apreté el puño. No tenía más opciones. Me acerque lentamente a donde estaba Kyoko, sin quitarle los ojos de encima a Cyrhil.
-Cuida de ella, por favor…- Dije mientras dejaba a Tsuki a su lado.
Me costaba dejarla, pero no había otra alternativa. Me levante mirando desafiante a Cyrhil, quien parecía buscar desesperado a “su” Shinichi. Me empecé a acercar a Cyrhil de forma lenta, pero decidida, intentando llamar su atención. Lentamente empecé a notar como su oscuridad volvía a resurgir. Solo tenía que volver a aceptar el pacto…
-Débil…- Dijo una voz a mi espalda.
Me gire lentamente. Tsuki se levanto también con la mirada perdida.
-¿Cómo puedes ser controlado… por ese monstruo?- Dijo antes de salir corriendo al corazón del jardín.
Me quede en estado de shock durante unos segundos, pero lentamente se iba perdiendo de vista. No podía perder más tiempo: tenía que encontrarla.
Salí corriendo detrás de ella, con sus palabras resonando en mi cabeza, mientras “él” se reía.

Mierda. Mierda. Mierda y más mierda. El maldito victoriano se levantaba de su tumba; aun con las heridas abiertas y sangrantes se arrastraba hasta nosotros para complicarnos la vida. Maldito fuese aquel monstruo.
Inmediatamente me volví hacia Shinichi, convencida de encontrarme de nuevo con su mirada vacía, propia de un muerto, y su cuerpo lacio. Sin embargo, sus ojos, aunque cansados, seguía brillando con vida y él parecía tan en tensión como siempre. Una súbita alegría me invadió. Si Shinichi seguía con nosotros, si no teníamos que mantenerle controlado y a salvo, podíamos ganar. Ganaríamos de una vez por todas.

Me coloqué delante de Shinichi, interponiéndome en el camino del victoriano. No estaba dispuesta a permitir que volviese a tocarle, jamás. Él seguía avanzando, a duras penas, pero sin detenerse y supe que no bastaría con bloquearle el camino.

-Cógela, Shinichi -dije, tendiéndole la espada corta que llevaba al cinto-. No permitas que vuelva a adueñarse de ti.

Me lancé contra el victoriano, sais en mano, y en el momento en que colisioné contra él, hundiendo mi acero en su cuerpo, capté por el rabillo de ojo un fugaz movimiento hacia nosotros. Llegaban los refuerzos.

No había tiempo que perder. Estaba en pésimas condiciones; no porque mi cuerpo hubiera sido maltratado o herido, sino porque lo que se supone que debía dirigirlo estaba hecho una mierda. Se me nublaba la vista y tenía el cerebro entumecido, como si volviera a caer en aquel sueño en el que sólo existían una barrera y una voz que me visitaba. Todo iba lento, muy lento, y las palabras, las reacciones, y todo aquello que se suponía que debía de hacer de manera mecánica en mi vida volvían a ser algo consciente en mi cabeza al ritmo y velocidad de vertido de un cuentagotas. Pero eso cambió cuand sentí el peso del acero en mi regazo.
Si había una sóla cosa en ese preciso instante que podía hacer sin necesidad de una guía directa y constante era empuñar una espada. Lo había hecho tantas veces y en tal cantidad de ocasiones que podría hacerlo hasta dormido. ¿Y qué mejor momento para demostrar la veracidad de esa afirmación que ahora?

Las manos asieron la empuñadura con fuerza, ciñéndose a ese mango con la fuerza con la que el naúfrago se agarra a un pedazo de madera en el agua, y mi cuerpo actuó por su cuenta. Seguí tres directrices: alcanzar el objetivo, alzar el arma, descargar el golpe.
Cyhril rugió, y aquella voz hizo que mis ojos también despertaran al mundo. Por primera vez desde hacía mucho tiempo volvíamos a estar cara a cara de verdad. En su rostro se reflejaba el desconcierto, pero aquella expresión sólo le duró un instante. Después volví a sentirle dentro, a las puertas de mí, y un odio que muy pocas veces en mi vida había sentido volvió a revivir. Le odié con todas mis fuerzas, con todo lo que me quedaba; al principio sólo por dejarme llevar por el sentimiento, pero al final porque comprendí que el odio era un sentimiento muy fuerte y mientras pudiera seguir sintiendo, podía seguir siendo yo.

Pero, por una vez, en esta batalla sin espadas... necesitaba refuerzos.

Tras todo lo que había pasado logre ver al demonio,el señor malo que hacia daño a los angelitos.Malvado,era como Mitsuko,y debía acabar con el señor malo,que pena que no tuviera un palo del POM-POM o algo afilado,pero tenía mis poderes.

-Señor malo,deje de hacer pupa a los angelitos.

Entonces eleve en el aire todo tipo de objetos y se los lanzaba a el señor malo.Confiaba en que usando mis poderes le hiciera tanta pupa como me hicieron a mí.Sobre todo le lanzaba bonitos jarrones,que hacían que al señor le salieran rosas de su cuerpo.Bonitas rosas rojas.

Entonces me tuve que dar un golpe con algo,o algo me hizo recobrar el sentido y conocer que todo esto era muy raro.Deje de lanzarle cosas a el demonio e intente razonar,pero no podía pensar en nada más que en defenderme.


¿Donde estoy?...¿Quienes sois vosotros?.

Diablos, otra vez aquel maldito hortera. Era cierto aquel dicho de que "bicho malo nunca muere".
Afortunadamente estaba herido, aunque eso no le iba a impedir cobrar una venganza contra nosotros. Le habíamos hecho daño, y no solo físicamente, sino también a su orgullo.
Se me escapó una tenue sonrisa al recordar el momento en el que Yoru le había dado ese buen golpe; le habíamos demostrado que no eramos tan débiles como pensaba. Pero ahora estaba ahí de nuevo; atacando como si nada hubiera pasado.
Natsuki se estaba enfrentando a él con todas sus fuerzas, y estaba claro que ella sola no podría retener a ese maldito bastardo.
Respiré hondo. Acumulé todas las fuerzas que me quedaban en un único ataque. Pero al contrario que Natsu mi ataque era a su mente. Para ella era imposible atacarle en ese punto, su fuerte era, como para la mayoría, el ataque físico.
Como le frenaramos en poco tiempo caería desfallecida; el haberme metido en la cabeza de Shinichi me había agotado por completo, y ahora ni siquiera tenía a la pequeña Tsuki a mi lado. Evitando que cualquier sonido me perturbara, lancé mi ataque y paré el suyo.

-¡Vamos, deprisa!-grité-No aguantaré mucho, y como salga de esta no tendremos ninguna defensa.

Mi mente contra la suya. El cuerpo de Natsu contra el suyo. ¿Shinichi reaccionaría a tiempo?

Aquella chica, la loca esa que me había confundido con un ángel, parecía acabar de despertar en mitad de la pelea. Me lancé contra ella para evitar que uno de los golpes de Cyhril le impactase de lleno y ambas rodamos por el suelo.
Kyoko se mantenía algo apartada, a salvo de los golpes físicos, librando una lucha mucho más dura en su mente.

-Da igual quiénes seamos o quién diablos seas tú -hablé a la nueva, haciéndome oír sobre el fragor de la batalla-. Si ese monstruo te pilla, acabará contigo, eso es lo único que importa. Ayúdanos o ponte a salvo, ahora no hay tiempo para presentaciones, tenemos un amigo al que salvar.

La dejé allí para que pudiese decidir qué hacer y me lancé de nuevo al ataque. Mientras corría hacia el victoriano, me concentraba en lanzar todos los fragmentos afilados que había cerca mío. Caí sobre él entre una lluvia de finos cristales, astillas y cerámica, dispuesta a llevar un trozo de él.

¿Amigo?Yo ya no tenía amigos.Pero ellos si lo eran,y sentía como se protegían entre ellos.Yo quería sentir lo mismo,así que me dispuse a ayudar.Me arrastre como pude sintiendo un grandioso dolor con cada movimiento,sangrando sin parar hasta la posición de la chica pelirroja y de pelo corto.Sentía un aura especial alrededor de ella,y cree una barrera de aire,a nuestro alrededor,esto evitaría los golpes y lanzamientos contra ella mientras ella hacía lo que estuviera haciendo.

-Esta barrera nos protegerá,y si esto falla,yo misma luchare como pueda.

Dije mientras me intentaba tapar una de las heridas con una de mis manos

-Cyhril-

Estaba perdiendo muchísima sangre, había sido alcanzado en numerosos lugares y no podía regenerarme a mí mismo. La niña pelirroja había creado un muro inexpugnable en torno a la conciencia de Shinichi y me era imposible alcanzarlo sin descuidar de manera fatal mi cuerpo. El chico podía curarme con su poder... ¡pero me era imposible llegar con tantos frentes abiertos! Rugí de rabia y destrocé los objetos que Natsuki había estado recogiendo y lanzando contra mí en su carrera por volver a plantarme cara. Una ola eléctrica que los redujo a polvo y esquirlas.

El avance de la chica no se detuvo, pero cuando llegó a mi altura con los sais por delante la detuve. Detuve su ataque agarrando sus brazos casi a la altura de los codos, y haciendo gala de mi fuerza vampírica los desclavé de mi carne. Intenté romperle los brazos, pero se retorció como una culebra, lo suficiente como para escapar de mi agarre con un simple esguince en la mano izquierda. Respiraba pesadamente a una distancia prudencial de mí, tocándose el lugar que le dolía.

Me giré hacia las otras dos. Proyecté mi conciencia con fuerza hacia la barrera de aire, haciendo que parte de la electricidad de mi cuerpo se filtrara en ese ataque mental. Cruzó limpiamente la barrera física y golpeó directamente en la mente de la pelirroja. La sentí gritar de dolor, retorcerse e intentar mantener alzado el muro que me separaba de Shinichi. Disfruté con ello. Estaba fuera de mí.

-Shinichi es mío. Y nada... ¡NADA! me lo arrebatará jamás.

La barrera de Kyoko estaba fallando. Era extraño, pero podía ver dos escenarios completamente diferentes ante mis ojos; el campo de batalla donde la espalda de Kyoko estaba frente a mi cuerpo, y el enorme e imponente muro de luz cálida que resistía las embestidas de Cyhril. Ahora, ese muro se tambaleaba y una presencia oscura y pesada amenzaba con sobrepasarlo y engullirme. De nuevo.

No tenía ninguna herida en mi cuerpo, el agotamiento era sólo mental. Me sentía terriblemente mal, habían hecho de mi identidad un juego, una burla, una auténtica farsa. No podía negar el horrible dolor que ese cautiverio me había causado, así como tampoco podía negar el odio y la furia que sentía como ácido dentro de mí. Si la barrera de Kyoko caía, caeríamos ambos.
Ja... quién habría podido imaginar que aquella insufrible pelirroja se jugaría el pellejo por mí en una situación tan arriesgada. Pero no sólo ella... Natsuki también estaba ahí fuera enfrentándose a Cyhril. Ahí fuera, que era exactamente el lugar en el que yo debía estar.

Me levanté del suelo con gran esfuerzo, apoyando una mano sobre el hombro de Kyoko. Sabía que ella podía oírme, estaba dentro de mí.

-¡Aguanta! ¡Aguanta un poco más!

Cyhril proclamaba su alegato, enardecido y loco por recuperarme. Bajó sus defensas y no se defendió mientras esprintaba hacia su cuerpo, hacia su punto débil. O eso pensaba...
Un dolor intenso y penetrante recorrió mis tejidos durante apenas cinco segundos. Apestaba a carne quemada, mi propia carne. Me había electrocutado.Estaba tan cerca de él, tan cerca que podía leer en sus ojos que, en ese mismo instante, estaba dispuesto a matarme antes que dejarme libre de nuevo. Y entonces, justo entonces, el muro de luz se desmoronó. Kyoko intentó retrasar lo inevitable, pero los tentáculos de oscuridad de Cyhril se multiplicaron y aparecieron por todas partes. Los fragmentos del muro bloqueaban a algunos el paso... pero los demás se abrían camino inexorablemente hacia mi conciencia. Hacia mi yo.

Justo antes de caer, justo antes de desaparecer para siempre... con los tentáculos de oscuridad haciéndome cosquillas antes de darme caza por última vez.... liberé los tres sellos de golpe. Uno tras otro, poniendo todo lo que me quedaba en ese golpe. Levanté la espada a la altura del pecho y me quemé las manos transmitiéndole al objeto toda la corriente de poder que me quedaba. El filo de la espada creció, y lo hizo de forma desigual y desproporcionada, ya que no tenía mano que dibujara sus límites. Al borde del desmayo, sintiendo el abrazo de la muerte en mi conciencia, mantuve erguida la espada, y el filo siguió creciendo, creciendo... hasta que encontró la carne de Cyhril. Atravesó sus costillas con una fuerza devastadora... y rompió su corazón limpiamente.
La sangre fluyó a través de mis labios como un pequeño río.

-Yo no le pertenzco a nadie -Logré decir haciendo un esfuerzo sobrehumano.

Y, entre espamos, me dejé caer de rodillas, perdiendo el sentido pero manteniendo hasta el final el filo de luz que había matado al vampiro.

Muy a mi pesar, mi barrera falló en el último momento, pero la suerte estuvo de nuestra parte y finalmente fue el propio Shinichi quien nos salvó a todos.
Salí de su cuerpo al ver como se desmayaba del esfuerzo extremo.
Una vez fuera, arrastre mi cuerpo hacia el suyo con las últimas fuerzas que me quedaban.

- Es muy frustrante haber arriesgado mi integridad física, y sobretodo mental, por ti y al final ver como el golpe de gracia a ese soplagaitas se lo das tú ¿sabes?- dije mientras una jadeante risotada salió de mi boca. A pesar de saber que no me escuchaba, continué.- De nuevo el héroe has sido tú. Ojalá tardes en despertar, así soportaré tu prepotencia sobre esta hazaña un poco menos.

Aquellas palabras, en el fondo, estaban llenas de cariño y de alegría. No nos había dejado. A pesar de que teníamos nuestras diferencias, seguía siendo un compañero, y sobretodo un amigo.

Vi los cuerpos dañados de los demás cercanos a Shinichi y a mí. Esperaba que ninguno se hubiera quedado por el camino.

Estaba terriblemente agotada ¿cuánto más aguantaría despierta?

Sonreí con las palabras de Kyoko, como siempre, la chica llevaba razón. Pensar que a pesar de todo el esfuerzo, el sudor y la sangre que habíamos empleado en ello, al final había sido Shinichi el encargado de dar el golpe de gracia resultaba bastante frustrante.

Llegué al lado de mi amiga a tiempo de sostenerla y evitar que se golpease contra el suelo al perder la consciencia. La chica que habíamos encontrado yacía a su lado y Shinichi unos metros más allá. Al parecer, yo era la única que no había quedado realmente extenuada... Seguramente porque había terminado fuera de la pelea antes de tiempo.

Les reuní a todos en un rincón fresco y apartado de la sangre y los restos de la batalla, donde la hierba parecía mullida. Entonces, me volví hacia el cuerpo del victoriano. Había comprobado su pulso y estaba segura de que su corazón no latía, pero aquello no me parecía seguro suficiente como para atreverme a darle la espalda a su cadáver. También había estado segura de que Yoru había acabado con él.

Simplemente no podía dejarlo así, no estaría tranquila pensando que podía volver en cualquier momento, que en cuanto nos relajásemos, volvería a surgir entre las sombras, dispuesto a cobrar su venganza.
Así que tomé en mis manos la otra espada corta que llevaba a la cintura y me dispuse a hacer lo necesario para poder volver a cerrar los ojos sin miedo.
Me acerqué al cuerpo. La cabeza, lo primero sería cortar la cabeza, después, ya se vería.