ShiniYoru. Especial Yaoi

Los primeros rayos del sol del mediodía azotaban con fuerza nuestra piel, provocando un hormigueo doloroso en aquellos músculos cansados que llevábamos ejercitando desde que despuntara el alba. Yoru jadeaba contra el árbol, apoyando ambos codos contra la corteza y ocultando la cabeza entre los brazos. El sudor resbala por mis sienes hasta el final de mi rostro; de manera casi inconsciente lo sequé con el puño de mi mano izquierda, rozando suavemente la mandíbula. Respiraba de forma pesada, intentando robarle al aire las partículas de oxígeno suficientes para continuar con lo que estábamos haciendo. El sol me daba de plano en la cabeza y se me hacía difícil disfrutar del descanso que habíamos acordado. A un par de metros de mí, Yoru seguía jadeando contra el árbol, echándome alguna que otra mirada furtiva cargada de odio.
Mi respiración se iba normalizando, el pulso volvía a su ritmo habitual y mis músculos contraídos comenzaban a relajarse. Pero su mirada desafiante hizo que mis manos saltaran de nuevo a la espada de forma totalmente automática. Daba igual. Estaba preparado para el siguiente asalto.

Un par de horas después, el agua de las duchas golpeaba mis hombros con fuerza. El grifo estaba estropeado y el agua salía con más presión de la habitual, por lo que no tenía más remedio que relajar el cuerpo y dejarme hacer. En cierto modo era placentero.
Tiempo después cerré el grifo y salí del cubículo en el que me había duchado. Me enrollé una toalla a la cintura y caminé hasta llegar a los bancos del vestuario. Yoru estaba allí sentado.
Quedarme de pie frente a él fue algo casi instintivo. Mis ojos le clavaron una mirada fría y carente de sentimientos. El agua se precipitaba al suelo desde las puntas de mi pelo, poniéndolo todo perdido.

El agua que se había acumulado en mi pelo seguía cayendo por mi cuerpo, volviéndolo mas resbaladizo que de costumbre. Lance una mirada seca a Shinichi. Esto todavía no había acabado.
Sin darle más importancia al día, me seque y me vestí, sin volver a mirar a Shinichi. Pero cuando estaba a punto de salir, me acorde de un recado que tenía que hacer.
-Tsuki dijo que se dejo sus deberes en tu habitación- Dije, dando a entender que iba recogerlos.
No tardamos en llegar a su habitación, o por lo menos yo. Mientras esperaba delante de su puerta, me puse a mirar por la ventana del pasillo la puesta de sol. Suspire: no tenía ganas de estar allí ahora ¿Por qué no podía simplemente tirar la puerta abajo?