¿Quién dijo que a la hora de comer podíamos relajarnos?

Me desperté muy tarde y con un dolor espantoso por todo el cuerpo. En la habitación no quedaba nadie. Las camas de Marg e Ikuto estaban hechas una porquería, pero la de Kotaro casi parecía brillar con luz propia. Quién lo hubiera imaginado...
Me costó horrores ponerme una camiseta y un pantalón, así que dejé por imposible la tarea de hacer la cama. Ni siquiera me molesté en agarrarme el pelo, cogí la espada y salí de allí.

Mis pasos me llevaron casi automáticamente al comedor de la posada. Una de las mesas más ruidosas era aquella en la que estaban sentados los alumnos del instituto, con Marg a la cabeza gritándole al camarero que rellenara su plato. Me dieron ganas de clavarle la espada...
Arrastrando el arma, me dejé caer al borde del asiento de la mesa, justo al lado de Natsuki. Su mirada me hizo fruncir el ceño. Estaba casi seguro de que no me había atacado verbalmente sólo porque tenía la boca llena. ¿Qué demonios le pasaba a estas horas de la mañana? ¿Era por lo tarde que me había despertado?

Le retiré la mirada y separé los palillos que había junto al juego de cubiertos. En el centro de la mesa había varios platos: bolas de arroz, pollo en salsa, patatas fritas, ternera, fideos... y la gente se servía directamente de los diferentes tipos de comida. Decidí empezar con una bola de arroz, así que dejé los palillos junto al plato y estiré la mano para coger una. No llegué a hacerlo, pues a mitad de camino recordé lo mucho que me dolía el estómago y lancé un quejido agudo entre dientes. Ambas manos volaron en dirección a mi estómago y me doblé en una posición instintiva de defensa. El pelo me cayó a ambos lados de la cara y durante unos segundos fui incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el dolor. Después, un montón de voces preocupadas se colaron en mi cabeza planteando muchos interrogantes.

Tras la ajetreada noche que había pasado casi no tenía fuerzas ni para moverme cuando llegó la mañana, se me cerraban los ojos con demasiada continuidad y mi cuerpo se iba tambaleando a cada paso que daba por culpa del sueño .
Haciendo un gran esfuerzo, conseguí llegar viva y sin ninguna lesión al comedor. Avisté a mis compañeros sentados en una de las mesas, parecía que ellos habían tenido más fuerza de voluntad para levantarse, todos excepto Shinichi que llegó más tarde que yo..
Tenía el estómago cerrado pero debía comer algo, aunque fuese una bola arroz, porque si no lo hacía podría desfallecer en cualquier rincón. Pegaba pequeños mordiscos a la bola de arroz, y conforme iba tragando sentí que el cuerpo me lo estaba rechazando. A pesar de ello conseguí acabarme la comida, a terca no me ganaba nadie, eso sí, inmediatamente llegaron las consecuencias. Al pegar el último mordisco me dejé caer sobre la mesa.

Ya que al parecer mi cuerpo se adactaba a la falta de sueño, mi apariencia lucía como la de alguien que durmió placenteramente toda la noche.

Mi estógamo rugía por comida, así que le hice caso y me dirigí al comedor donde ya la mayoría se encontraba, cuando intente comenzar a desayunar, las cicatrices de los dos brazos dolían, como si cien agujas se clavaran al mismo tiempo en un solo punto, y se intensificaba cuando levantaba esas dos extremidades hacia la mesa, entonces decidí no comer y observar a los demás. Rato después, llegaron el chico de cabellera larga y la chica pelinaranja, al último lo observé y parecía de mal humor, muy diferente a su actitud de la noche anterior; pero mi atención fue llamada por el sonido de algo impactando al piso, al mirar a la dirección de donde provino, vi a la pelinaranja tirada en el piso y rapidamente me acerqué auxiliarla, la puse bocarriba, estaba convulsionando.

El rubio con rapidez se acercó igualmente, y en su rostro se notaba cuanta preocupación sentía, no...parecía más miedo a perder a esa chica.


- Hay que llevarla al médico rápido - le dije en voz baja, con mi mano bajo su cabeza.

Estaba muerta de hambre, así que cuando llegué al comedor no me lo pensé dos veces antes de lanzarme sobre la comida, ni siquiera me inmuté cuando llegó Shinichi. Las bolas de arroz estaban buenísimas y el pollo y los fideos y..

De pronto Kyoko se desplomó sobre la mesa y terminó cayendo al suelo entre espasmos y convulsiones. Karcyn dijo algo de un médico. Tarde, demasiado tarde, ni siquiera estaba segura de que aquel lugar tuviese un consultorio o u hospital.

-¡Haced algo! -grité, mirando a Shinichi y Marg-. ¡Ayudadla de una vez!

Me levanté de un salto, intentando acudir junto a la chica, pero según me incorporé, las piernas me fallaron. Estaba mareada y el cuerpo no me respondía. Tropecé con la silla y sentí que todo se movía a mi alrededor. El mundo se oscurecía y cuando mi cabeza chocó contra el suelo, ya estaba inconsciente.

...todo parecia pasar muy rapido, de lo q fue una comida entre amigos, se estaba convirtiendo en una desgracia....

..a reaccion me fui a ayudar a Kyoko, tenia un mal presentimiento, Karcyn estaba intentando ayudarme, pero para colmo Natsuki se desplomó despues de Kyoko...
...esto se nos estaba yendo de las manos, en eso me acorde de dichos medicamentos que siempre llevo, le dí uno a Kyoko esperando ver una buena reaccion...
..en eso le queria lanzar una pastilla a Shinichi para que este se la diese a Natsuki, pero recorde que este tenia un poder de curar, entonces dije...

-Shinichi!!, no se que estas esperando!! anda cura a Natsuki, no te quedes alli parado!!

...me estaba poniendo nervioso, aparte de sostener a Kyoko, pense, que este lugar no era tan seguro como me lo imaginaba...

Odiaba con todas mis fuerzas admitirlo, pero Marg tenía razón. Estaba parado como un imbécil sin saber muy bien por qué mi cuerpo mostraba tanta reticencia a la hora de curarles. Era una sensación parecida a la que tenía cuando me veía obligado a deshacer un elaborado trabajo. Mucho esfuerzo para nada.

Sacudiendo esos extraños pensamientos de mi cabeza, giré el cuerpo y me levanté de la mesa sorteando la silla que Natsuki se había llevado por delante en su caída. En seguida aterricé a la altura de su cabeza, y sin más dilación volteé su cuerpo y desencadené el primer sello.
El poder se extendió a través de mis dedos, localizando y eliminando el veneno de su cuerpo lentamente. Poco a poco, su torrente sanguíneo quedó despejado de cualquier resto de ponzoña. Los hilos de poder que manaban de mi cuerpo se encargaron de despertar su conciencia para comprobar que no quedaba nada tóxico en su organismo.

-¿Cómo te sientes? -Pregunté a bocajarro cuando apenas había abierto los ojos.

La chica parpadeó un par de veces más, pero no me contestó. Así que insuflé una buena cantidad de energía a través de las manos, concentrándome en buscar cualquier señal de peligro. Cerré los ojos y repasé su estado. Me costaba mucho concentrarme, me notaba lento e inseguro. Había hecho esto antes, conocía la anatomía femenina. No era mi propia anatomía, pero eso no era excusa. Con mucho esfuerzo logré concluir el examen y abrí los ojos.
Estaba limpia, curada. Los restos de la cicuta habían desaparecido.

Entreabrí los ojos para encontrarme con Shinichi. Todavía me sentía confusa y notaba la mente embotada, pero sentía el suave cosquilleo que dejaba su Ichigen sobre mi piel. Me había curado, no sabía de qué, pero acababa de salvarme.
Me incorporé a duras penas, notando pichazos en todo el cuerpo. ¿Qué había ocurrido? Hacía unos instantes estaba bien y de pronto...
Miré a mi alrededor, preocupada por que a los demás también les hubiese ocurrido algo, pero me tranquilizó comprobar que la única que parecía afectada era Kyoko, y ya empezaba a recuperarse.

Me levanté, apoyándome en Shinichi, que me miraba preocupado.

-Bien, creo que bien, aunque todavía voy a necesitar un ratito para poder pegarle una patada en el culo al que nos haya hecho esto -dije, respondiendo a su pregunta-. ¿Qué nos ha pasado?

-Cicuta -Contesté automáticamente mirando a los ojos a la chica.

Los demás levantaron la cabeza, interesados en mis palabras, así que hablé para todos.

-Suministrada en determinada cantidad se convierte en veneno. Es obvio que está en la comida, así que no toqueis nada más. Lavaros las manos y no os las lleveis a la boca -Advertí, estrechando mi brazo en torno a Natsuki - Será mejor que nos reunamos en un rato, cuando hayais hecho lo que os acabo de decir.

Tiré de Natsuki y nos pusimos de pie, dispuestos a marcharnos, pero antes de irnos les dije el lugar donde nos encontraríamos.

-Id al sendero frente a la puerta cuando termineis. Caminaremos por el pueblo para examinarlo mientras discutimos qué ha podido pasar.

[Continúa en Sendero]