¿Que peligro nos acecha?

Antes de ir al punto de encuentro, habia ido a buscar un botiquin, siendo una posada debía tener alguno, luego de encontrarlo me fui a mi habitación, me quite la chaqueta dejando al descubierto mis brazos cicatrizados, una de ellas estaba sangrando y mientras lo curaba pensaba en lo ocurrido anteriormente, mucho antes de lo del veneno, de no haber sido por los fuertes dolores, me habría tambien envenenado.

- Es la segunda vez que pasa - pensé en voz alta, recordando lo que sucedió en el Aeropuerto en Francia, antes de llegar al instituto - Mejor olvidarlo, no sería nada raro - sonrei triste.

Terminé de curarme y volvi a colocarme la chaqueta para ir a donde el chico de cabellos largos, llamado Shinichi, nos dijo que fueramos.

Cuando llegué, la mayoria ya estaba, aunque no veia a la pelinegra y a sus hermanos.

- Hola, de nuevo - saludé a todos, como siempre... algo apartada.

Natsuki, Kyoko y Marg saludaron a Karcyn, que acababa de llegar, pero yo permanecí frente a los caminos que se abrían después de salir de la posada, intentando decidir por dónde ir. Teníamos que alejarnos de la posada, ver el pueblo...

-Vamos -Anuncié echando a andar por el camino de la izquierda.

Después de caminar durante un rato sin que nadie abriese la boca, empecé a incomodarme al sentir las miradas de los demás clavadas en mi nuca. Giré la cabeza hacia atrás y me di cuenta de que, efectivamente, no me equivocaba.

-¿Queréis dejar de mirarme de una vez? -Grité, dándoles las espalda y retomando el ritmo bastante enfurecido- Yo sólo se qué tipo de veneno era porque he curado a Natsuki con el Ichigen... pero no tengo ni idea de nada más. Si quereis especular, hacedlo vosotros. Yo ya estoy bastante ocupado reconociendo el terreno.

Gruñí en voz baja un par de minutos más y después me concentré verdaderamente en memorizar la topografía de aquel lugar.

Despues de salir de las habitaciones ikuto y yo anduvimos rondando el pueblo sin encontrar mucho todo era muy silencioso pero debia admitir que las personas asomandose por las ventanas observandonos era incomodo sin mencionar raro, no podia tener un sospechozo si todo mundo lo hacia llegamos a un extraño sendero

-Es tarde para volver a la posada

-Quedemonos aqui

-Si es lo mejor - me sente en un arbol

Hice lo mismo que ella y me sente a un costado, todo era calmado no parecia haber nadie a los alrededores y me quede dormido despues de todo no era tan malo dormir un poco

x-x-x

TU!! - logre escuchar un grito familiar abri los ojos y vi a mi hermano quien movia a ikuto con bastante fuerza

-Eh? a que horas llegaste kotaro nii-san

-Quieres quitarmelo de encima! - gruño ikuto - ya empezo con su instinto protector

-Eh por que?

-Como que por que, te vas toda la noche con este tipo y ni siquiera me avisas - comenzo de dramatico

-Que tiene de malo ademas es bueno deshacerse de ti de vez en cuando eres bastante molesto a veces

-Eh? - ignore a esos dos escuchando un escandalo mas grade

-¿Queréis dejar de mirarme de una vez?

-Sanagawa? - comence a avanzar

-Oye a donde vas - gritaron ambos

-Ah asi que aqui estaban - me asome tras un arbol al verlos reunidos

Tan sólo llevaba dados un par de pasos cuando escuché claramente la voz de Miyasaki provenir de algún lugar a mi izquierda. Me giré bruscamente y mi mirada se clavó en la chica, que se apoyaba en un árbol, y en las dos personas que rápidamente se posicionaron a su lado.

Si ella estaba allí... ¿significaba eso que no había estado presente a la hora de la comida? Por algún motivo que se me escapaba, algo me decía que aquello no estaba bien. Ella también tendría que haber estado. Tendría que haber comido. En realidad todos deberían haber comido...

Intentando no actuar por impulso, caminé pausadamente hasta alejarme un poco del grupo, que acababa de descubrir a Miyasaki y a los otros dos chicos y se habían acercado a hablar con ellos. Bastante alejado, pero lo suficientemente cerca como para oír lo que decían, me llevé una mano a la frente y cerré los ojos. Una gota de sudor me resbaló por la sien. No me encontraba nada bien. Aquellos pensamientos, aquella reticencia a curar a una persona que me importa, la sensación de tener el cuerpo como si me hubiera pasado la noche de un lado para otro... ¿Estaba enfermo? Nunca antes lo había estado. Gracias al Ichigen, claro...

Inhibí mi presencia al máximo, aún intentando decidir si sería prudente romper el sello en este momento, sin enemigos ni ningún peligro a la vista. Estaba a punto de hacerlo cuando de repente alguien me tocó el hombro.

Dejé a los demás charlando animadamente y seguí a Shinichi cuando se alejó del grupo, retirándose a un lado y haciendo un esfuerzo por desaparecer. Se movía despacio, sin hacer el menor ruido pese a andar sobre hojarasca seca y ramas quebradizas, las ramas de los árboles apenas temblaban cuando pasaba entre ellas. Era impresionante, pero yo también sabía cómo hacerlo, así que le seguí a una distancia prudencial, sin advertirle de mi presencia.

Seguía algo mareada y me notaba atontada, hilar un pensamiento tras otro me costaba un esfuerzo indignante, prestar atención a todo lo que me rodeaba me parecía imposible.. A pesar de ello, pude darme cuenta de que a Shinichi le ocurría algo, parecía tan incómodo como yo, y eso sí que era raro.

-¿Va todo bien? -pregunté suavemente, acercándome poco a poco a él para no ponerle en guardia-. Quería darte las gracias por salverme una vez más, no sé que haría yo sin esas manos mágicas tuyas.

Extendí la mano para girarle el rostro y poder darle un ligero beso de recompensa, pero no llegué a hacerlo. El chico tenía el rostro ceniciento y el ceño ligeramente fruncido. En otra persona no habría significado nada pero en Shinichi, el chico del rostro de piedra, era como para echarse a temblar.
Aquello empezaba a preocuparme de verdad, ¿puentes incendiados? ¿veneno en la comida? ¿Shinichi con cara de enfermo? Definitivamente algo iba mal en aquel maldito pueblo.

-Estás sudando y tienes mala cara, no habrás comido algo envenenado tú también, ¿verdad? No, eso no tiene sentido -me corregí enseguida, sabía que el Ichigen hacía maravillas-. ¿Qué diantres está pasando, Shinichi?

Comence a hablar con todos pero al parecer shinichi se habia ido seguido por natsu los segui con la vista pero lo deje pasar necesitaban aclarar todo y mas por lo de ayer en la noche, pero andaba raro todos se veian peor que anoche sin mencionar que casi podria jurar que algunos de ellos estaban algo verdes

-Paso algo - dije sin saber nada

-Tengo hambre - se quejo ikuto

- o cierto ten te toca cargar las cosas - kotaro le lanzo la maleta

-y para que es esto?

-son las cosas mas indispensables que podrian ser de utilidad

-Oh cierto - saque una caja dentro - kotaro siempre trae comida - saque una caja con bolas de arroz - seria peligroso comer con tanta gente mirandonos con cara de asesinos asi que mejor cuiden lo que comeran por ahi - de pronto todos me vieron con una cara no muy amigable - emmm dije algo malo? - algo me decia que me habia perdido de algo

Sopesé las distintas maneras de actuar de las que disponía. Podía contestar y darle una respuesta sincera, desatar el primer sello y comprobar que todo fuera bien en mi organismo. Podía responderle con un simple "nada", ignorarla y desviar la conversación hacia cualquier tema insustancial. Pero también tenía una tercera opción más apetecible. Podía besarla.
No había pasado por alto su amago. Aquel gesto tan propio, determinación oculta bajo unos suaves dedos que guiaban mi rostro, y la leve curva que habían esbozado sus labios, me habían hecho fantasear durante un breve momento. Y es que desde que nos habíamos vuelto a reencontrar en el instituto apenas habíamos tenido tiempo para estar a solas. El mismo día de su llegada, Hikari desapareció.

-¿Piensas prolongar esta agonía mucho más tiempo? -Cuestioné en un tono que filtró un ligero matiz amargo a mi voz- Ahora que lo has empezado, ya no puedes echarte atrás.

Agitado e impaciente, me agaché los centímetros que separan su boca de la mía y las uní con ayuda de la mano que había instalado en su nuca. Sus labios me recibieron de buena gana; tanto que no pude evitar esbozar una sonrisa mientras aún nos estábamos besando. Mi mano libre avanzó con discreción hacia una de las suyas y la entrelazo con fuerza.

Respondí al beso con placer, disfrutando de su sabor de nuevo. Desde mi regreso no habíamos tenido oportunidad de estar a solas en condiciones y me alegró comprobar que todo estaba como antes... incluso mejor, pensé cuando sus dedos estecharon los míos.

-Ahora si te acuerdas de mí, ¿eh? -comenté con sorna, rompiendo el contacto-. Ya que no vas a decirme nada volvamos con los demás, estamos todos un poco nerviosos después de lo ocurrido, lo mejor será que estemos juntos.

Con un suave tirón y sin soltar su mano, le arrastré hasta donde estaban los demás. Miyasaki, Ikuto y Kotaro estaban comiendo y discutiendo animadamente, como si todo fuese bien. No pude evitar sonreir al darme cuenta de que no me había preocupado al darme cuenta de que el veneno habría podido matarme, quizás había terminado por acostumbrarme a todas las cosas extrañas que sucedían cada vez que nos juntábamos todos.

-¿Qué hacemos ahora? No me gusta nada este pueblo, pero yo voto por volver y encontrar al que nos haya intentado matar para darle su merecido, seguro que es el mismo que quemó el puente. ¿Vosotros qué decís? ¿Seguimos como si no hubiese pasado nada o nos quedamos y damos una paliza a alguien?

Desde que Shinishi y la otra chica se habían alejado del grupo, yo escuchaba todo lo que la ojiazul decía a los dos que siempre la acompañaban, por mi parte yo no decía palabra alguna.

- seria peligroso comer con tanta gente mirandonos con cara de asesinos asi que mejor cuiden lo que comeran por ahi - los que estubimos en lo acontecido en el comedor la miramos mal - emmm dije algo malo? - entonces recordé que ella no estubo, así que decidí explicarle.

- Cuando estabamos desayunando, intentaron matarnos envenenando la comida, ella - dije apuntando a la chica de cabellos anaranjados - y la otra alcanzaron a comer, pero Shinishi y el rubio las salvaron - le expliqué, en ese momento apareciero los dos que estaban ausente.

-¿Qué hacemos ahora? No me gusta nada este pueblo, pero yo voto por volver y encontrar al que nos haya intentado matar para darle su merecido, seguro que es el mismo que quemó el puente. ¿Vosotros qué decís? ¿Seguimos como si no hubiese pasado nada o nos quedamos y damos una paliza a alguien? - dijo ella, pero yo ya había pensado en otra cosa.

- Desde que llegamos solo hemos seguido nuestro instinto, y hasta ahora no ha funcionado, sería mejor preguntar, talvez, alguien sepa lo que sucede en este lugar - sugerí, a la espera de alguna respuesta, procurando como siempre, no estar cerca a ninguno.

-El hecho de que no somos bienvenidos esta claro, ikuto y yo estuvimos viendo si alguien estaba a los alrededores por la noche y creeme que todos y cada uno de ellos nos observaban por las ventanas, kotaro, tu e ikuto deberian revisar el bosque, ya que dudo sea seguro regresar a esa posada lo mas seguro seria acampar aqui pero no quiero se algo algo raro de por ahi podrian quedarse por los alrededores e investigar

-claro - sonrio kotaro

-no. - dijo en seco

-por favor - le dije de forma extrañamente amable

-ugh... lo hago por que quiero, vamonos hermanito ejemplar -comenzaron a andar por los alrededores

-todos nosotros es mejor no separarnos y andar de curiosos por ahi y menos andar queriendo matar a cualquiera que se nos cruce enfrente - dije eso mientras veia a shinichi, natsuki todos ustedes pueden andar sin problema?

Sonreí a Miyasaki, era muy fácil sacar adelante cualquier plan con ella dando órdenes.

-Claro, vamos siempre armados, no te preocupes por nosotros.

Me gustaba la idea de hacer noche en aquel lugar, parecía tranquilo y yo estaba bastante cansada... Aunque el pueblo también nos había parecido tranquilo.

-Voy a ayudar a Ikuto y Kotaro a reconocer la zona, así podremos descansar todos cuanto antes.

Confiaba en que montarían un buen campamento y yo necesitaba moverme si no quería caer rendida contra algún tronco así que eché a andar inmediatamente.

El asunto de las bolas de arroz no me había dejado ninguna secuela, pero a pesar de ello estaba muy cabreada. ¿Quién nos habría querido envenenar? Y lo más importante ¿volvería a atentar contra nosotros?
Propusieron la idea de quedarnos allí esa noche, yo no estaba muy segura de ello pero aún así no dije nada porque o era quedarnos fuera o volver a la posada. No estaba muy a favor con regresar a la posada después de lo sucedido por lo que no tu más remedio que aceptar.
Ikuto, Kotaro y Natsu iban a salir a inspeccionar el lugar, esperaba que lo hicieran bien y que no se les escapara nada. No es que dudara de ellos, ni mucho menos, pero si nos habían envenenado en la posada, a saber que podían hacer al aire libre.
Parecía mentira viniendo de mí pero, estaba deseosa por saber quien lo había hecho todo para darle una patada en el trasero.

Las voces de la gente se volvieron extrañamente lejanas, como si estuvieran separados de mí por una especie de barrera de plástico que no dejaba que el sonido se filtrase bien. Pronto, aquello se convirtió en una especie de ruido distorsionado del que no podía distinguir ni una sola palabra, si es que era eso lo que estaban modulando con sus voces. Bien podían estar cantando en un idioma desconocido para mí una melodía sin ritmo, que yo no hubiera notado la diferencia.

Me llevé una mano a la cabeza, porque de repente acababa de ser consciente de lo mucho que me dolía y de lo poco que alcanzaban a enfocar la realidad mis ojos. Me sentía empujado, pero no sabía hacía donde estaba siendo empujado exactamente. Todo aquello estaba muy negro, era un espacio muy pequeño... y, sin embargo, me acogió y me arropó contra sí hasta que ya no sentí nada.

-Estais locos si pensais que voy a dormir aquí, al aire libre, con todos vosotros -Altivo y con la mirada penetrante, me alcé de nuevo en aquel cuerpo que ya sentía como mío-. No tiene sentido huir de la posada para ir a parar a un lugar más peligroso todavía. ¿O acaso alguno podéis abarcar todo el rango de área desde la que nos pueden llover posibles ataques?

La chica descarada que la noche anterior me había contestado con algo totalmente impropio viniendo de una mujer, afloró por entre los arbustos seguida por dos jóvenes más.

-La respuesta es, obviamente, no. Ni siquiera yo sería capaz de asegurar que pudiera... así que evidentemente ninguno de vosotros podría.

Arrogante y orgulloso, así sentía a Shinichi cada vez que se removía su conciencia.
Su cuerpo y su mente me pertenecían. Sus gestos, expresiones, palabras, movimientos, habilidad... todo era mío ahora. Atrapado en su propio interior, era poco más que una simple marioneta en mis manos.

Alcancé a escuchar la voz grave de Shinichi, quien, para no variar, se quejaba de manera desagradable de la decisión que habíamos tomado. Me enfurecía que aquel chico se creyera el jefe de todo y que tuviéramos que hacer lo que ÉL quisiera cuando ÉL quisiera. Me había callado durante mucho tiempo esos aires de superioridad, pero en ese momento no estaba el horno para bollos y esos últimos comentarios habían sido la gota que colmó el vaso. No suficiente con estar deseando dar muerte al bastardo que nos intentó matar, ahora venía el señorito dándoselas de alguien importante.
Me acerqué a Shinichi mirándole con profunda hostilidad. El suelo retumbaba cuando caminaba de manera exagerada.

-Shinichi, una pregunta ¿alguien ha pedido tu opinión concreta? No ¿verdad? Me parece estupendo que pienses que aquí podemos correr más peligro que en la posada, puede que incluso tengas razón, pero el quedarnos aquí ha sido una decisión de todos, y si desde el principio hemos dicho que nos íbamos a quedar aquí, aquí nos quedaremos, no nos vamos a mover solo porque a ti se te haya metido en la cabeza- mi cara ardía de puro odio, el sudor caía por mis mejillas enrojecidas- Así que, por una vez, no seas tan engreído y prepotente y piensa que quizás ellos tres pueden hacer mejor trabajo que tú solo, es más creo que hasta puedo asegurarlo.

Tras este discurso, y una vez relajada, me senté en el suelo agotada, jamás me había puesto así, creo que hasta ignoraban esa faceta de mí, pero había llegado a mi límite de ser la niña tonta que lo único que puede hacer es controlar las débiles mentes de la gente.

Había estado dando una vuelta por los alrededores y no terminaba de gustarme aquel lugar, era demasiado fácil acercarse a nosotros sin que nos diésemos cuenta o pudiésemos evitarlo, pero todos parecían mucho más tranquilos allí. Serviría para pasar la noche, aunque no estaría tranquila pasando mucho más tiempo en el claro, en cuanto fuese posible, propondría que buscásemos un lugar más seguro.

Volví al claro a tiempo para escuchar a Kyoko poner a Shinichi en su sitio. No sabía lo que había pasado, pero estaba segura de que el chico se lo merecía. Cuando se ponía tonto no había quien le aguantase y Kyoko no era de las que saltaban fácilmente, sin embargo, algo se removió en mi interior al oír las palabras de la chica.
Tal vez fuese instinto de protección, no me gustaba que nadie se metiese con él, por mucha razón que tuviese, o tal vez fuese simplemente que estaba acostumbrada a ser yo la que le diese el coscorrón. En cualquier caso, estuve dispuesta a salir en su defensa hasta que entré en el claro y le ví dispuesto a lanzarse sobre Kyoko.

Me enfadé, me enfadé mucho. ¿Quién se creía que era para amenazar a su amiga... a MI amiga? Me enfadé con él y conmigo misma por haber querido defenderle.

En dos saltos me planté junto a Shinichi y agarré su muñeca con fuerza, quizás demasiada fuerza.

-¿Se puede saber qué demonios estás haciendó? -siseé contra su oído-. No sé qué te pasa, pero espero que no estés pensando en alzar esa espada contra tu amiga porque entonces me enfadaría mucho... Y ambos sabemos que no quieres verme enfadada.

No pude evitar sonreír. Ahí volvía a estar Shinichi, más raro que de costumbre, pero de nuevo él.
Yo estaba a favor de dejar aquel lugar cuanto antes, sin embargo, no les pediría a los demás que dejasen el claro solo por que Shinichi hubiese susurrado una leve insinuación en mi oído.

-A mi no me convence este lugar, pero estaré bien donde vosotros prefirais, he dormido en sitios mucho peores -comenté, mirando especialmente a Kyoko; lo que ella quisiese tendría mi apoyo.

-Además, tú y yo podemos divertirnos en cualquier lugar... Sabes que me gusta sentir la hierba contra la piel -susurré sólo para Shinichi, inclinándome sobre él con ligereza, intentando evocar el recuerdo de noches pasadas.

Natsuki parecía ser neutral en este tema. A mí no es que me molestara ir a la posada de nuevo, lo que me molestaba era la actitud de Shinichi. Si quería que fuéramos a la posada desde un principio ¿por que no propuso la idea? Sabía muy bien por que, porque para él solo vale su opinión.
Me levanté del suelo y me sacudí los pantalones, se me habían ensuciado un poco, a penas se notaba. Suspiré profundamente.

-Como queráis-dije resignada- siempre que estemos de acuerdo la mayoría a mí me da igual donde pasemos la noche, pero tened en cuenta que no importa el lugar donde estemos, debemos permanecer a alerta a cada instante.- miraba a cada uno de mis compañeros con seriedad, esto no era ningún juego.

Finalmente había cedido a la exigencia de Shinichi, lo había planeado todo de tal manera que no pude negarme. Creo que si Natsuki no hubiera dado su opinión no me hubiera movido de allí, porque para terca yo.

Nos agrupamos todos con los ojos bien abiertos y sin separar las manos de nuestras respectivas armas, y los que no llevavamos nada, como era mi caso, preparaba mis puños para atacar en cualquier instante mientras regresábamos a la posada.[/color]

[Continúa en Pasillos de la Posada "Regreso al escenario del crimen"]